lunes, 30 de agosto de 2010

Adentro...un poco más adentro.

Para hablar sobre las selvas con Galia Luz


Sucede que casi todos los "humanos" llevamos una selva dentro como quien incuba los trinos, la humedad, el arcoíris de un jueves por la tarde...llevamos en el pecho animales carnívoros que devoran a ratos la soledad y que a ratos despedazan las compañías anheladas, empollamos los huevos de nuestras propias aves parlanchinas, coloreadas ad libitum según nos enseñara Dalí (se pueden sentir colgando en los árboles tropicales del estómago los relojes acuosos del excéntrico bigotudo)…o pueden sentirse las pirañas contadas por Quiroga como si fueran besadoras de la Casa Verde, esa que un día, de otras putas y otro alcohol, hundió Vargas Llosa en el Amazonas profundo de mi mente. Todos llevamos enredaderas que ahorcan los suspiros si te dejas arrinconar bajo un tronco podrido de nostalgia, llevamos un poco de pantano, un tilín de bichos que pican, muerden, chupan… que acarician la piel de indio civilizado que vistes. Todos queremos encontrar cannabis y probar el vuelo como un ángel vegetal. No para olvidar, porque olvidar nos nulifica, sino para ver más allá de la frontera verde que esta selva nos impone…y cuando te aburres de ser solo clorofila y consumir co2 y defecar oxígeno interminablemente, como por decreto del guardabosque, como imperativo de la industrial celulosa, entonces quieres hacerte mar…y la historia, según Jacques Cousteau, se repite otra vez bajo el piélago ardiente de petróleo azul.

1 comentario:

  1. EL BÚHO DE MI PECHO

    Sombras, sombras, sombras… densas, interminables, misteriosas, permanentes. En ellas vivo, en ellas me muevo, a ellas pertenezco.

    Sombras, sombras, sombras, eternas soberanas de mi vida. Danzo en ellas y con ellas, con ellas vivo y…muero.

    Siempre la oscuridad, a veces absoluta, otras veces tenue, apocalíptica, pero siempre triunfal.

    Aquí, allá, acullá, en todos los sitios, en todos los rincones, en todos los espacios… inmensas, interminables, abarcadoras sombras de mi vida.

    Ellas están en mí, les pertenezco… son las sombras quienes deciden mis caminos.

    Sombras, sombras, sombras… ¡¿acaso no perciben que me está prohibida la luz?!

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